Los membrillos no se cogían del árbol hasta los días de navidad. Eso cuenta Luisa que decía su abuela Pilar, en Moriello de Sampietro.
Nosotros en Latorrecilla los hemos recogido un poco antes pero del suelo. Fuertes vientos han acabado por sacudir los membrilleros y acabar con toda la fruta en el suelo.
Unas cuantas cajas de membrillos ya están en el patio de Casa Lanau, esperando elegir de entre todos, los más hermosos. Los otros se los echaremos a los conejos y gallinas para que los aprovechen un poco, si les gustan.
El olor de los membrillos es muy singular, y a muchos nos trasporta a una infancia llena de este olor amable y amarillo, con el calor y los cariños de abuelas y madres siempre riñendo para que dejáramos de hacer travesuras.
Ahora, una buena cazuela de trozos de membrillo y de manzana, con una cucharada de miel, hierve despacio en el fuego, y el aroma invade la cocina, llenándola de nostalgias.
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